miércoles, 28 de julio de 2010

Apuntes sobre la inflación

Ya en un par de ocasiones, desde El Almacén Andante, hemos intentado desmitificar algunas ideas que, presentadas por los grandes medios de comunicación como verdades de Perogrullo, nos distraen de algunas de las causas del fenómeno inflacionario. Quizás la más grande falacia en este sentido, sea aquella que afirma que la inflación es principalmente causada por el aumento de los salarios de los trabajador@s.
A continuación transcribimos algunos fragmentos de una nota publicada en el portal de internet www.prensadefrente.org, fruto de concienzudos estudios durante los últimos años:
El poder del capital como causa de la inflación.
(…)
¿Qué es lo que impulsa la “inflación del modelo”?
Para entender el proceso actual no puede dejarse de lado el impacto que ha tenido la devaluación del peso en enero de 2002. El impacto del cambio en el precio del dólar fue muy significativo, en particular en los precios del conjunto de productos que compiten con importaciones (o son importados) y – fundamentalmente – aquellos productos que se exportan. Es decir, la devaluación permitió a las empresas productoras de alimentos, combustibles y productos de la industria manufacturera, aumentar sus precios. El resultado neto de ese proceso fue – luego de los primeros 12 meses - un aumento en el dólar de 248,1%, un salto en los precios de los alimentos de 57,9%, una caída en el poder de compra de los salarios de 23,7% (para el conjunto de los/as trabajadores/as) y un aumento del 122% en la participación de las ganancias empresariales respecto al ingreso total.
Frente al crecimiento de la inflación a partir de 2002, los/as trabajadores/as lograron – a través de su lucha y organización - en una primera etapa recuperar parcialmente las pérdidas salariales. En efecto, entre 2002 y 2006 los salarios de los/as trabajadores/as aumentaron 88,6% en términos nominales y en promedio. Esto significó un incremento de 17% en términos reales. Si bien este aumento sólo les permitió recuperar algo de lo perdido desde la devaluación, las subas salariales aparecieron como el chivo expiatorio siendo acusados/as los/as trabajadores/as de ser los causantes de la inflación y exigiéndoseles – con más fuerza a partir de 2006 – “moderación”.
Este argumento (que los salarios causan la inflación) desconoce algunos elementos importantes para señalar. La devaluación pulverizó el costo laboral y redujo el peso de los salarios en la estructura de costos de las empresas. En 2002 el costo laboral cayó 18%. Junto con el aumento significativo del resto de los costos, los precios y las ganancias, los salarios pasaron a representar sólo el 8,6% del valor bruto de producción (VBP) en las grandes empresas, como promedio del período 2002-2007 (…)
Claro está, esto implica algo obvio pero usualmente dejado de lado: son las empresas – y no los/as trabajadores/as – quienes fijan los precios. En particular, son las grandes empresas productoras las “formadoras de precios”. Esto no quiere decir que esos grandes capitales pueden decidir unilateralmente los precios pero sí que ellas deciden a que precios venderán sus productos (…) Esto se debe a la creciente concentración, centralización e internacionalización (extranjerización) del gran capital local.
Este proceso les ha permitido incrementar fuertemente la rentabilidad estructural: en los noventa (1995-1998) tenían una tasa de ganancia del 13,2%, mientras que en la etapa actual (2002-2007) la tasa de ganancia es en promedio 19% (…) Esto sólo significa una cosa: la inflación es causada por la presión de los grandes sectores del capital para sostener sus niveles de rentabilidad.

¿Qué explica el recrudecimiento de la inflación?
Un primer elemento es la recuperación en el precio de algunos productos de exportación significativos para la Argentina. El poroto de soja aumentó 32% desde comienzos de 2007, el aceite de girasol 64%, carne bovina 16% (25% en el último año), el petróleo 37%. Esto presiona sobre los costos y los grandes capitales – con su voluntad de ganar a toda costa – los trasladan a los precios.
El segundo elemento parece ser la voluntad de los grandes capitales de recuperar la pérdida de competitividad que enfrentan desde 2003 (…) En esta etapa de crisis económica, la presión sobre la rentabilidad se incrementa. Frente a la necesidad de acelerar la acumulación de capital, las grandes empresas recuperan la “iniciativa” buscando devaluar los salarios a través de la inflación para aumentar sus ganancias.