viernes, 8 de enero de 2010

La tierra que da la vida

En el Departamento de Lavalle, muy cerca del distrito de Las Violetas de Guaymallén, se encuentra un lugar, donde la lucha cotidiana cobra fuerza. La Colonia de Agricultores de Paramillo (CAP) resiste contra el olvido, el sentido común capitalista y la burocracia estatal.
Hace ya ocho años que sus habitantes, entre 10 y 15 familias del norte argentino, pelean por aquellos que les pertenece a cada uno de ellos y ellas, que les pertenece a todos y todas. La historia comenzó hace unos 20 años aproximadamente, cuando los más grandes fueron convencidos de dejar su tierra salteña ante la promesa de trabajo. Sólo la necesidad de subsistencia puede explicar el desarraigo que han sufrido estos campesinos y campesinas. Aquí los esperaba un empresario agrario que, a cambio de vivienda y una mísera paga, les dio trabajo en su finca. Pero como ya sabemos (sobre la base de la experiencia), el capitalismo no entiende de personas ni de vidas. El empresario, un buen día, vaya uno a saber por qué lógicas del capital, decidió abandonar la finca. La huida no se hizo, claro está, sin un previo vaciamiento de la propiedad, enmascarado bajo la forma de la quiebra. Sólo quedaron los hombres y mujeres que habían dado todas sus fuerzas para trabajar una tierra ajena, sin más herramientas que sus brazos y con la convicción de que sólo, colectivamente, podrían salir adelante.
Hoy, la comunidad lucha por la tierra, esa tierra que les dará vida a ellos y ellas, a nosotros y nosotras. No se detienen aún cuando el Estado les da la espalda, aún cuando las leyes le son esquivas. Se organizan y trabajan.

Una peña por la justicia en el campo profundo
Los habitantes de la CAP, habitualmente para fin de año, organizan una gran peña folklórica, donde además de festejar por el trabajo de todo un año, difunden su lucha y la situación en el campo. Así, el domingo 13 de diciembre se llevó a cabo una familiar y alegre peña.
El menú giró en torno a la carne a la olla, chivito, pollo a las brasas, asado y pasteles. Con el alimento asegurado, nos dispusimos a disfrutar de los diversos números artísticos.
El comienzo estuvo a cargo de los niños de la colonia, que con su grupo El Amanecer Salteño repartieron folklore a los comensales. Su canto decía: “todos los chicos contentos, todas las chicas contentas”. Y esa alegría nos fue transmitida.
A los niños, siguieron los “grandes” de la colonia. El grupo Los de Anta, compuesto íntegramente por habitantes de la colonia, en una de sus canciones nos relataba “los que sobreviven, que sobreviven más que otros, acostumbrados a sufrir, lejos de su tierra”. Y cuántos hombres y mujeres en el campo mendocino, sufren lejos de su tierra, lejos de los suyos, la explotación diaria de un trabajo inhumano, de una vida que no es vida.
Yatiri le puso ritmo latino a la tarde, pero del muy bueno. Su nombre significa “grandes hombres sabios, sanadores del alma”, y les aseguro que luego de escuchar su música, nuestras almas quedaron sanadas.
El chilcal fue el tema que el grupo Agosto les compuso a los celadores, como un homenaje a quienes, en muchas escuelas, son los encargados de multiplicar el pan para los niños y niñas.
A todo esto siguió la voz de Sandra Amaya, y Chicho y sus coplitas, desde Santiago del Estero. Párrafo aparte para el locutor, quien le puso sabor a la tarde, presentando a los artistas, y hasta animándose a un karaoke con el “hitazo” Puerto Mont.
Hubo espacio también para los agradecimientos de la colonia, hacia quienes, de alguna forma, a lo largo de estos años, han acompañado su lucha. Además, uno de los momentos que despertó más júbilo, fue el de la chaya, especie de bautismo que recibió el tractor recién adquirido por la comunidad. Un paso más en la lucha por trabajar la tierra.
Finalmente, Huasamaco cerró la tarde con chacareras para bailar y para levantar tierra, esa tierra que algún día será de quienes la trabajan con sus brazos, y por quienes es regada con el sudor de su frente. Quizás ese día comprendamos que la tierra, así como el agua, fuentes de vida para el pueblo, no son objetos de especulación ni propiedad de nadie, sino de todos y todas.

No hay comentarios: