sábado, 29 de mayo de 2010

Ustedes se han podido responder a las siguientes preguntas…¿Por qué faltan algunos productos básicos? ¿Por qué suben tanto los precios?












Han visitado en estos últimos días algún supermercado? ¿Han notado que góndola por medio aparecen algunos huecos y cartelitos de “máximo 2 productos por persona”?

La verdad es que nos propusimos intentar comprender por qué está pasando esto; fuimos a las raíces, y ahí nos sorprendimos, porque no ha disminuido la producción de azúcar y de harina…Entonces, ¿por qué escasean estos productos?

Los clásicos nos dirían que es un tema de oferta y demanda, pero si no bajó la producción, entonces tenemos que ir a ver el tema de la demanda

Nos pusimos en campaña y empezamos a escuchar a los especialistas, que proliferan por todos los medios y, nostalgia de por medio, descubrimos un renacimiento multiplicado de pequeños Bernardos Neustadt, que en cada noticiero ponen el acento en responsabilizar a “Doña Rosa”, esa mujer insaciable que no para de comprar y acopiar en sus gigantescas despensas todo lo que a los demás nos falta. Es ella, quien compra demasiado y presiona desde la demanda, haciendo que escaseen los productos.

Suena lógico, no? Y de hecho, más de una vez fuimos a un super y vimos señoras con sus tres hijos llevándose cada uno dos (2) productos de los “escasos”, y ahí pensamos: “acá está el problema, son un montón de Doñas Rosas con sus ejércitos de hijitos llevándose todo…”
Así, en la semana compartimos charlas con muchas Doñas Rosas y Don Pepes, y todos coincidimos en el mismo análisis: son otros Doñas Rosas y Don Pepes que histéricamente salen a comprar y nos desabastecen…y así seguimos encontrando opiniones similares, que nos hacen sentir cómodos, porque nos damos cuenta que pensamos todos parecido y creemos que la culpa es de otros,… etc.

Pero un domingo de estos que pasaron, día de descanso de una larga semana de trabajo, escucho la voz del panadero que pasa por mi barrio, y salgo, como cada semana, a comprarle sus “delicias”. Cuando voy a pagarle, no me alcanza, porque han subido los precios habituales. Parece que mi cara reflejó el descontento, y él se adelantó a explicarme: “disculpe, es que nos suben todo, y nos faltan cosas…” Entonces le respondí: “…y sí, es que la gente se desespera y sale a comprar todo, y así se acaban las cosas…” Él me escuchó con respeto, y con más respeto me intentó explicar: “…disculpe, señor, miré…yo soy pintor de obra, y de lunes a viernes trabajo de eso. Esta semana trabajé en el depósito regional del Vea, ese enorme que está en el acceso y abastece a todo Cuyo. Y yo le voy a contar, pero tendría usted que verlo, porque no hay palabras para explicar lo que yo he visto ahí…son cantidades gigantescas de azúcar, harina, aceite y otros productos que están guardando y sacan de a gotas a los supermercados. Hace dos semanas trabajé en los depósitos del Jumbo y era lo mismo…”

La charla siguió con muchos detalles, y finalmente, el hombre se fue para seguir vendiendo el producto de su trabajo, de su sobretrabajo, porque con 10 horas diarias de pintar en la semana no le alcanza para mantener a su familia, y tiene que seguir sábado y domingo… (de paso chañazo, pregunto: con los avances tecnológicos de la modernidad, ¿hace falta que una persona trabaje toda la semana e inclusive los fines de semanas para sobrevivir?).

Subí a mi casa, y en la cabeza me rebotaban algunas preguntas...
¿Por qué ni en la tele ni en los diarios me contaron estas situaciones?
¿Por qué charlando con otros vecinos todos repetían sólo las causas que nos comentaba la tele y los diarios y nadie planteaba estas cosas?

Y es verdad que veo señoras que compran desesperadamente organizando a sus hijos para que rinda más, pero… ¿ellas causan el problema?... empecé a recordar y me sonó a la historia del “corralito” de 2001, cuando nos decían que las jubiladas sacaban sus ahorros desesperadamente y por eso nos quedamos sin plata… y después, los que quisimos averiguar las verdaderas causas, nos enteramos que no fue así

Entonces, ¿quién gana con la falta de esos productos? Esa azúcar que los super compraron a 1, y hoy vale 2, pero la guardan y la semana que viene la venden a 3 ó 4. ¿Dónde queda la diferencia? ¿Quién la paga? Los economistas clásicos no explican esto. ¿Y si nos animáramos a leer a los no clásicos (los acusados de “ideológicos”) por ahí entenderíamos mejor algunas cosas…?

¿Por qué en los medios se oculta toda esta parte de la realidad? ¿No eran independientes?

Desde el Almacén Andante les volvemos a proponer que nos preocupemos en charlar más con nuestros vecinos, pero desde las vivencias, no desde la agenda que sutilmente impone la tele, con sus Tinellis y Legrands. Charlemos con los trabajadores y con los implicados más directos en cada tema, y veremos cuántas de nuestras ideas y charlas están en coincidencia con lo que nos repiten a diario los medios.

Sepamos que existen medios alternativos, animémosnos a leerlos y a ver con una mirada crítica lo que nos dicen los medios masivos, que suele estar lejos de lo que pasa en nuestras realidades cotidianas, y de las causas y responsables de las problemáticas que nos atraviesan como sociedad.

Finalmente, después de tantos pensamientos, volví a mirar por mi ventana y vi que el panadero, que trabaja todos los días de su vida, hasta los de descanso, seguía con su andar, repartiendo sus productos y su pedagogía, contando lo que sabe y vive y no lo que le cuentan dos o tres “expertos” que nos bombardean por la tele.

Por último, nos preguntamos quién son los responsables:
¿Las desesperadas doñas?
¿Los voraces trabajadores que cada vez quieren cobrar más y más?
¿El gobierno insaciable?
¿Será que un puñadito maneja el monopolio de la distribución y pueden decidir cómo se hace todo al respecto?
El Almacén Andante

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