miércoles, 3 de febrero de 2010

Caras y Caretas

En tiempos de crisis, como los actuales, tenemos como alternativas caer en la confusión o aprovechar la oportunidad para crecer.

Resulta irónicamente conmovedor, escuchar y ver a los dirigentes más mediáticos del empresariado y de la religión, cómo se manifiestan con simulado dolor humano en condolencia a la pobreza e indigencia que sufren nuestros conciudadanos.

Estos dirigentes podrían demostrar su sincero amor solidario, si fuesen capaces de enseñarles a sus afiliados, seguidores y acólitos cómo hicieron para que la pobreza y la indigencia no los haya alcanzado a ninguno de ellos como víctimas de estos flagelos.

¿Alguno de estos dirigentes tiene un nivel de vida que lo coloque por debajo de la línea de pobreza o lo haya sumido en un estado de indigencia?

“La ironía es una crítica a un proceder irresponsable”

Pensando en la ironía, digo, lo rescatable de este mensaje desgarrador de estos personajes enfermos de poder, es que al fin hemos comprendido que son los pobres y los indigentes los causantes de su propio sufrimiento.

Sigo con la ironía: son los pobres los que evaden los impuestos que podrían mejorar los servicios que presta el Estado; son ellos los causantes del trabajo en negro; es el nivel de consumo pantagruélico que practican el que provoca la desnutrición y la mortandad infantil. Son los pobres los que destinan fondos para fomentar la trata de personas y el narcotráfico.

Son los pobres los que monopolizan el poder y deciden, por todos nosotros, lo que tenemos que pensar, creer y consumir de acuerdo a sus siniestros designios.

Así podría enumerar todos los males vinculados con la salud, la educación, la seguridad y todos los servicios sociales que deberían volver a la comunidad para satisfacer las necesidades colectivas.

Gracias a estos mensajes humanitarios hemos tomado conciencia de que las cárceles son sólo para los pobres, que viven violando el orden establecido por este equitativo sistema social. Este sistema que con su simulada justicia, ha miserabilizado a los seres humanos en su dignidad, excluyéndolos del sistema económico por no ser funcionales a los intereses personales y sectoriales de esos dirigentes empresariales, políticos, gremiales, sociales y religiosos.

Para finalizar digo: es lamentable que los pobres y los indigentes le provoquen tanto sufrimiento a la clase dirigente (que supimos conseguir) mostrándoles sus carencias y miserias, y además, los ofendan día a día consumiendo los residuos de los alimentos que los poderosos, con tanto amor, arrojan junto al resto de sus basuras.

Marcelo Fernando Fernandez - nuevavida6@gmail.com

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