Podríamos afirmar que es indignación y vergüenza, lo que nos genera enfrentarnos a la lectura de artículos de opinión de “reputados académicos” como el “señor Cavagnaro”. Por eso, es que, desde El Almacén Andante, nos tomamos el trabajo de responder algunas de sus falacias; esas con las que suele fundamentar análisis tan mentirosos como burdos, en su afán de persuadir a la población acerca de las supuestas bondades del neoliberalismo dominante.
El domingo tres de enero, en una extensa página con foto color, Rodolfo Cavagnaro escribe en Los Andes la nota de opinión "Otra vez empleo público como seguro de desempleo" (http://www.losandes.com.ar/notas/2010/1/3/economico-465122.asp), y fiel a su tradición neoliberal embiste contra el empleo público.
Por supuesto, sería muy estúpido negar que es mil veces mejor crear empleos verdaderamente productivos que emplear “ñoquis”. Ñoquis contra los cuales seguramente tod@s l@s que leemos esta nota hemos despotricado alguna vez, al enfrentarnos no sólo a la burocracia sino, peor aún, a la inutilidad o desidia de algunos empleados.
Pero entre criticar eso, y manipular burdamente (o no saber leer) las cifras del INDEC, "Evolución de la Distribución Funcional del Ingreso" (http://www.indec.gov.ar/nuevaweb/cuadros/17/cgi_12_09.pdf), para exagerar diferencias entre empleo público y privado, y presentar al sector privado como víctima de un supuesto "abuso laboral y salarial" del empleo público, hay un abismo.
Dice Cavagnaro en su nota: "Lo interesante es cuando se comparan los niveles salariales, ya sea en los promedios como en los niveles desagregados. Mientras el salario promedio del sector público consolidado arrojó un valor de $ 3.831 mensual promedio, el mismo dato para el sector privado registrado mostró un valor de $ 2.703. Es decir, el salario promedio de los que aportan con sus impuestos al sostenimiento del Estado es un 29,5% más bajo que el de los empleados públicos, destinatarios de los impuestos de los privados".
¿Acaso los empleados públicos no pagamos los mismos impuestos que los empleados privados? ¿Y las obras y servicios públicos, no son precisamente públicos, para toda la sociedad sin importar en qué sector trabaja uno?
Además, si el amigo Cavagnaro quisiera encontrar dónde está la plata que falta, debería dejar de agarrárselas con los trabajadores, ya que TODOS pagamos el IVA, que es el impuesto más alto. Le recomendamos al distinguido especialista que mire la impresionante cantidad de dinero que se ahorran los grandes empresarios, ya sea por beneficios y exenciones impositivas de las que no gozamos l@s trabajador@s, o bien incumpliendo con las pocas obligaciones que tienen con la comunidad, como el Grupo Vila Manzano y tantos otros grandes empresarios mendocinos que le deben al fisco un monto mucho mayor al déficit fiscal anual.
Cavagnaro compara lo no comparable: los $ 2.703 que indica para el sector privado registrado es el promedio de remuneración neta, mientras que los $ 3.831 son la remuneración promedio total del sector público.
Tendría que haber comparado la remuneración total del sector privado registrado, de $ 3.091, con la del sector público, $ 3.831 (privado registrado: 19,3% más bajo)
O bien la remuneración neta del sector privado registrado, de $ 2.703, con la del sector público, de $ 3.478.
Continúa Cavagnaro: "Las provincias tienen un promedio de $ 2.876 mientras el sector privado registrado es de $ 2.703. El sector privado sigue en desventaja."
Y él sigue cometiendo el mismo error o mentira: si toma los $ 2.876 de remuneración promedio total del sector público de las provincias, que los compare con los $ 3.091 de remuneración promedio total del sector privado registrado: las diferencias se invierten.
Cavagnaro tuvo la honestidad de indicar en todos los casos "sector privado registrado". Pero no llegó a considerar el término "registrado" en su argumentación. No, él no suele hablar de la explotación a los trabajadores "en negro" por parte de empresarios privados. Quienes además de negarles los beneficios sociales que corresponden por ley, les pagan salarios de bolsillo promedio por debajo del salario neto de los registrados.
Tampoco dice en su nota que, desde el cuarto trimestre de 2001 hasta octubre de 2009, el salario público medio en el país ha aumentado 152,2%, el privado no registrado 214,8%, y el privado registrado 269,2% (INDEC: "Índice de salarios y coeficiente de variación salarial" http://www.indec.gov.ar/nuevaweb/cuadros/4/salarios_12_09.pdf). ¿Tendrá algo que ver eso con los sostenidos reclamos de los gremios estatales?
Además, sería bueno comparar todo esto con el aumento de la canasta básica desde 2001 a 2009, pensando en la pérdida de capacidad adquisitiva de los trabajadores. Seguramente el amigo Cavagnaro tome los lentes del “Kapital” (con los cuales, muy a menudo escruta realidad), y afirme que son los “pobres” empresarios, a los que se les aumentan los costos de producción, naturalmente sin reparar en que es mucho mayor el aumento del costo de vida de los trabajadores.
Todo esto no nos sorprende viniendo de uno de los voceros del establishmen. Bien recordamos que, en los años en que el Sr. Moneta desembarcó en la provincia no sólo con caballos sino con la compra y “quiebra” del Banco Mendoza, fue el amigo Cavagnaro quien auspició de columnista en un vergonzante programa emitido por canal 7. En aquel momento, a falta de un conductor mendocino lo suficientemente derechoso, tuvimos la chance de ver a Longobardi cumpliendo con esa función. El chupamedismo y la vil actuación del economista en aquella ocasión, dándole la oportunidad al banquero de Menem para que expiara sus culpas, posiblemente pudiera compararse con el rating de los últimos programas de Marcelo Tinelli. Es importante recordar estas actuaciones que, por otro lado, pintan de cuerpo entero al amigo Cavagnaro.
Pero no se equivoquen, quienes decimos estas y otras cosas somos simples "opinólogos", al menos para el núcleo del poder político-empresarial-mediático; mientras Cavagnaro y todos quienes estén dispuestos a escribir en defensa del sector empresarial, serán siempre expertos neutrales y objetivos, que informan con la “verdad”.
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