jueves, 8 de abril de 2010

A propósito de la vendimia y de la fiesta que se fue…

Por Garrafa Sánchez.
Parece que la Fiesta de la Vendimia, año a año, deja siempre tela que cortar. Que si se hace una fiesta para turistas y otra para mendocinos, que si viene Mirtha o Susana, que si Ricardito Fort le pone glamour o no, y así siguen los candentes debates de la gran fiesta del año para Mendoza.
Se me ocurre que para el primer ítem que mencioné como punto de debate, habrá quienes afirmen que los mendocinos deben tener una fiesta central, con elección incluida; y que para los turistas, debiera organizarse otra con alguna estrella de rock internacional venida a menos. Probablemente algún iluminado establezca algún sistema que logre comprobar el lugar de nacimiento del señor o la señora que quiere obtener una entrada para la primera fiesta. Imagino cuatro cuadras de cola de seres humanos con sus D.N.I., L.E. o L.C. en la mano, dispuestos a comprobar su mote de mendocinos. Por otro lado, habrá quien se le ocurra incluir entre los beneficiarios del estado de mendocino/a, a aquellos “extranjeros” que lleven, por lo menos, dos años de residencia en Mendoza.
En cuanto a lo de Mirtha y Susana, sospecho un febrero de 2011 agitado para los diarios y canales de TV mendocinos, preguntando a sus “seguidores”: ¿En qué debería invertir el Estado mendocino: en planes sociales o en los viáticos de estas estrellas para que puedan participar de la fiesta de la Vendimia? (claro, siempre y cuando las divas sobrevivan a las seis cirugías estéticas que se realizarán este año) No se por qué también sospecho la respuesta de la mayoría del público.
En fin, más allá de estos sustanciales debates que enriquecen la vida de los mendocinos, personalmente desearía centrar mi atención y escritura sobre los “invisibles” de la vendimia. Y no es que sean invisibles porque poseen algún “poder mágico” del estilo de los superhéroes de nuestra infancia, sino que muchos de nosotros no los queremos o no los podemos ver. Sin embargo, son ellos los que le “ponen el lomo” a la cosecha, en arduas jornadas de trabajo de sol de sol. Y la paga…mejor no hablemos. ¡Sí, son ellos! Familias enteras que posibilitan que la más reconocida agroindustria mendocina siga marchando. Muchos de ellos son los “golondrinas” (ilegales como los llaman la opinión pública), hombres y mujeres que nada tienen y todo lo dejan en el trabajo.
Entonces me pregunto: ¿Cuándo será el día que hagamos una fiesta para ellos? ¿O es acaso que ellos no tienen derecho de festejar, reírse, bailar, disfrutar? ¿Cuándo será la Vendimia, la fiesta de TODOS y TODAS?
Para ponerle poesía a esta “demanda”, voy a compartir con ustedes la letra de una hermosa canción de un joven cantautor popular mendocino, que refleja esta realidad, la de miles de trabajadoras y trabajadores del campo, como pocos:

“Sangre y Vino”

Este canto es para contarle (sí, sí)
Como es mi vendimia
Ya que esa que usted conoce (no, no)
No es como la mía
Aquí en la balanza pesa más el sudor
Al final del día
Yo aquí veo de lejos su sueño pasar
Contando divisas

No es que yo sea imprudente (no, no)
No me mal entienda
Yo no quiero herir aquella hermosa postal
Que Mendoza entrega
Yo no quiero ser ese viejo souvenir
En manos ajenas

No me va a encontrar ni en las gradas
Ni en la bendición, ni en el carrusel
No tengo un carro, ni un palco oficial
Ni una cena pa´ agradecer
Como voy dejando la viña
Mi sangre en su vino

Ojalá la virgen me ayude (sí, sí)
A entender distancias
No soy hombre de negocios (no, no)
Yo soy de esperanzas
Yo no quiero ver aquel granizo golpear
Siempre el mismo lado
Ya no quiero ver ficción en mi realidad
Divirtiendo al palco

Se ha postulado belleza (sí, sí)
Por sobre la mesa
Ya se va montando aquella misma función
Del titiritero
Ya se va cantando aquella misma canción
Qué adorno el festejo

Alejandro Sicardi

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