sábado, 5 de diciembre de 2009

A propósito del 24 de marzo

Todo nos acordamos del horror y la violencia del proceso militar, de los genocidios, guerras...Cerramos los ojos en la soledad de nuestra pieza y de veras entendemos que ya quedamos rotos después de eso rotos como seres. Rotos como país. Todos recordamos y deseamos seguir teniendo memoria de ese horror para que no se repita y al final de esta historia los culpables los responsables ideólogos y torturadores militares sean verdaderamente condenados no sólo por la sociedad toda que los desprecia sino por el sistema, aplicando todo el peso de la ley sobre sus personas reales. Pero parece que hay una gran fracción de seres humanos que no tiene la capacidad de darse cuenta de que cada vez hay mas desaparecidos en el mundo. Pero desaparecidos con cuerpo. Sí. Seres humanos que por pérdida gradual de todos sus derechos humanos, ya están dejando de ser humanos para adquirir casi una especificidad infrahumana. Esto sucede antes nuestros propios ojos y no en calabozos que no podemos conocer. Sucede también en nuestras propias empresas y viñedos y bodegas y negocios...Este espanto sucede mientras tomamos café en la peatonal: sucede delante de nuestros ojos de ganado ovino inaccesible a la duda al decir de Camilo José Cela. No es una realidad virtual de esas que están de moda hoy día, época travestí si las hay; época de colágenos de valor agregado, de valor simbólico sobre el real; épocas de “es lo que parece, no lo que es”. Sucede en cada esquina de nuestra ciudad. ¿Qué será lo que nos pasa a los seres humanos que ya no podemos sentir la compasión? ¡Qué será lo que nos pasa que estamos tan disociados, que nos hemos convertido en sujetos observadores de otros seres a los que hemos objetivado a tal punto que no nos parecen parte de nosotros mismos, ni hermanos ni que decir de la palabra prójimo, que creo que se parece bastante a próximo! ¿O será que ya ni vemos? ¿Será que el ser de estos tiempos es ciego? ¡Deberíamos arrojarnos al Cacique Guaymallén al ver una nena de dos años deambulando por el centro a las tres de la mañana! ¡Deberíamos arrojarnos de asco! ¡Pero no! Hemos naturalizado esta violencia para conveniencia de ciertas esferas que necesitan y proyectan una humanidad desnaturalizada que, convenientemente soporte sus bolsillos, su voracidad, su hambre, su deseo vil de victoria. Somos las ovejas silenciosas y sonrientes que un grupo de chanchiformes abusadores que nos chicotea complacido. ¡Y no los vemos...no vemos a los hermanos desaparecidos del día de hoy! ¿Cómo es que nuestro mundo no se encoge cuando un hermano pasa hambre, frío, anda en patas, trabaja en nuestra casa limpiando nuestros platos por un sueldo para el hambre? No podemos ver. ¿Imbunches nosotros? ¿Con la boca clausurada por la indiferencia también? ¿Con la boca lista para la masticación y negada a la denuncia al grito? ¿Ciegos todos nosotros? ¿Por qué la violencia de ver nos pondría en falta en nuestra humanidad básica y deberíamos tomar partido y eso en estas épocas ya no está de moda?
Hay más desaparecidos cada día.
Todos esos niños en las calles. Desaparecidos.
Todos los jubilados. Desaparecidos.
Los que me asaltaron el otro día. Desaparecidos.
Los que están en los loqueros. Desaparecidos.
En lo asilos. Desaparecidos.
En los patronatos. Desaparecidos
En la villas. Desaparecidos
En las calles en los bancos de las plazas. Desparecidos.
Pidiendo monedas en las esquinas en un idioma indescifrable. Desaparecidos.
Tocando el acordeón por los bares sin haber superado los 11 años. Desaparecidos.
En los hospitales públicos. Desaparecidos.
Despedidos de los laburos arbitrariamente. Desaparecidos
Victimas de las leyes de flexibilización laboral. Desaparecidos
Cargando tachos de uva por centavos en esta preciosa época vendimial de cata de vinos de excelencia. Desaparecidos
Limpiando parabrisas en las esquinas. Desaparecidos
¿Me imagino que no hace falta seguir...o si?
Comunidades indígenas despojadas de sus tierras. Desaparecidos
Comunidades bolivianas o peruanas discriminadas. Desaparecidos.
Millones de habitantes pagando impuestos a cambio de nada. Desaparecidos
En las cárceles. Desparecidos.
Trabajando de ocho a diez horas por mil pesos (si es que el patrón es generoso) para mantener una familia tipo. Desparecidos
Maestros. Desaparecidos.
Esta sociedad elegante de calzones blancos, esta perra farsante esta desapareciendo a la gran mayoría. Así la torta se la reparten entre menos.
¿Dónde está dios?
¿Dónde está dios?
Dios debe estar muerto.
Y el hombre también si no toma conciencia de que yo es el otro.
María Godoy - 2009

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