domingo, 22 de noviembre de 2009

Alegre canto primal



Al árbol que se esconde del serrucho,
los pobres que del sol conocen mucho,
leña mantiene el fuego de sus almas,
en la avaricia atroz del que les manda,
a mudarse al infierno de las zapas.


Alegre canto primal, sapucai mañanero,
que dura jornal y medio y medio más,
ayuda a los cantores de los surcos,
que de espaldas recuerdan la preñada
que sus manos mojadas de cansancio
le dan… a la vida de los campos.


Allá lejos, acá cerca,
Yucatán carcelario y esclavista,
de castigos cargados de ambiciones,
el canto de los nobles ruiseñores,
nos traen las penas realidades:
“que de hojas de henequén también se puede;
fabricar barrotes abismales”.


Nada duda el obrero golondrina.
Campesino del mundo global e izado,
del cogote feroz que cuando puede
grita rotundo y cierto sus verdades:
“¡Tierra, pan y trabajo… libertades!”

-nos salvarán un buen día
del dinero que genera tempestades-


El Payaso Barrikada

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