Seguimos en este andar…van tres meses de compartir el camino…y seguimos aprendiendo juntos.
Mayo fue bastante intenso; logramos hacer el 1º encuentro entre productores, comercializadores y consumidores. La cita tuvo lugar en el espacio de trabajo de los “comercializadores”. Sí, revalorizamos nuestro rol como comercializadores, ya que creemos que nuestro trabajo es un eslabón muy importante dentro de la producción. ¿Por qué? Porque si no lo hacemos nosotros con criterios de justicia, le dejamos este lugar a lo intermediarios, ellos que especulan con cada centavo que pasa por sus manos y que siempre se quedan con la porción más grande del banquete.
Más allá del encuentro, que por cierto estuvo muy interesante, logramos también adelantar una semana la distribución de los productos. Así, desde junio, ustedes contarán con nuestra visita durante la segunda semana del mes, y no tan cerca de fin de mes, momento en el que la plata escasea, y la inflación se ha devorado nuestros ingresos. Hablando de esa Señora tan impertinente y que tan confusamente se nos ha sido presentada, trataremos de verla desde otro lugar. ¿De qué señora están hablando, se preguntarán? De ella, LA INFLACIÓN.
Algún economista trasnochado nos dirá que los precios suben porque hay aumento de sueldos... ¿Cómo? ¿La causa de la inflación es la suba de los salarios de los trabajadores? Esto nos ubica ante el siguiente panorama: los insaciables trabajadores, que cada vez quieren vivir mejor, exigen aumento de sueldo. El gobierno accede ante este pedido. Y los indefensos empresarios se ven obligados a subir los bienes y servicios que consumimos.
Pero, ¿no será que primero viene la inflación, y después, más lento que Fiat 600 con GNC, llega el aumento de salarios? Y además, nunca se preguntaron por qué será que los magros aumentos de sueldo llegan después de largas jornadas de lucha, y en cambio, la inflación entra por la puerta grande sin siquiera despeinarse. Lanzamos otra pregunta al aire: ¿Por qué ante la inflación, los gobernantes piden a los trabajadores que se ajusten el cinturón? ¿Por qué no le piden este sacrificio a los grandes empresarios?
En fin, llevando todo esto a nuestra situación, probablemente para el mes de julio, tendremos que aumentar algunos precios, pero desgraciadamente no va a ser por el aumento de nuestros salarios, sino por aumento real de costos. Estos aumentos no dependen de nosotros, ni de los circuitos y encadenamientos productivos que estamos construyendo y apoyando junto a los productores, sino de factores y actores ajenos a nuestro proyecto. En definitiva, estos aumentos sólo persiguen ser justos con quien elabora los productos que ustedes disfrutan cada mes.
Pero, ¿qué sucede con nosotros, los comercializadores? ¿Acaso nosotros no nos alimentamos, no viajamos, no nos divertimos, no nos enfermamos...? Bueno, más allá de las ironías, nosotros también habitamos este país y sufrimos la inflación. ¿Cómo hacemos entonces para enfrentarla? Se nos ocurre que en lugar de solventar el aumento de nuestro costo de vida, con un fuerte aumento de los productos que comercializamos, lo podríamos cubrir con el aumento de la ventas. Sí, y allí entran ustedes con un rol muy activo. ¿Cómo?, preguntarán. Difundiendo esta iniciativa (en el barrio, la facultad, el trabajo, entre los parientes), y ayudándonos a sumar más gente que quiera consumir productos del comercio justo.
De esta manera, entre todos, podemos hacer que los productos que consumimos mes a mes, se comercialicen de manera justa para el productor, para el comercializador y para el consumidor. ¿No es esta una manera solidaria de enfrentar los problemas que se nos presentan a diario?
Mayo fue bastante intenso; logramos hacer el 1º encuentro entre productores, comercializadores y consumidores. La cita tuvo lugar en el espacio de trabajo de los “comercializadores”. Sí, revalorizamos nuestro rol como comercializadores, ya que creemos que nuestro trabajo es un eslabón muy importante dentro de la producción. ¿Por qué? Porque si no lo hacemos nosotros con criterios de justicia, le dejamos este lugar a lo intermediarios, ellos que especulan con cada centavo que pasa por sus manos y que siempre se quedan con la porción más grande del banquete.
Más allá del encuentro, que por cierto estuvo muy interesante, logramos también adelantar una semana la distribución de los productos. Así, desde junio, ustedes contarán con nuestra visita durante la segunda semana del mes, y no tan cerca de fin de mes, momento en el que la plata escasea, y la inflación se ha devorado nuestros ingresos. Hablando de esa Señora tan impertinente y que tan confusamente se nos ha sido presentada, trataremos de verla desde otro lugar. ¿De qué señora están hablando, se preguntarán? De ella, LA INFLACIÓN.
Algún economista trasnochado nos dirá que los precios suben porque hay aumento de sueldos... ¿Cómo? ¿La causa de la inflación es la suba de los salarios de los trabajadores? Esto nos ubica ante el siguiente panorama: los insaciables trabajadores, que cada vez quieren vivir mejor, exigen aumento de sueldo. El gobierno accede ante este pedido. Y los indefensos empresarios se ven obligados a subir los bienes y servicios que consumimos.
Pero, ¿no será que primero viene la inflación, y después, más lento que Fiat 600 con GNC, llega el aumento de salarios? Y además, nunca se preguntaron por qué será que los magros aumentos de sueldo llegan después de largas jornadas de lucha, y en cambio, la inflación entra por la puerta grande sin siquiera despeinarse. Lanzamos otra pregunta al aire: ¿Por qué ante la inflación, los gobernantes piden a los trabajadores que se ajusten el cinturón? ¿Por qué no le piden este sacrificio a los grandes empresarios?
En fin, llevando todo esto a nuestra situación, probablemente para el mes de julio, tendremos que aumentar algunos precios, pero desgraciadamente no va a ser por el aumento de nuestros salarios, sino por aumento real de costos. Estos aumentos no dependen de nosotros, ni de los circuitos y encadenamientos productivos que estamos construyendo y apoyando junto a los productores, sino de factores y actores ajenos a nuestro proyecto. En definitiva, estos aumentos sólo persiguen ser justos con quien elabora los productos que ustedes disfrutan cada mes.
Pero, ¿qué sucede con nosotros, los comercializadores? ¿Acaso nosotros no nos alimentamos, no viajamos, no nos divertimos, no nos enfermamos...? Bueno, más allá de las ironías, nosotros también habitamos este país y sufrimos la inflación. ¿Cómo hacemos entonces para enfrentarla? Se nos ocurre que en lugar de solventar el aumento de nuestro costo de vida, con un fuerte aumento de los productos que comercializamos, lo podríamos cubrir con el aumento de la ventas. Sí, y allí entran ustedes con un rol muy activo. ¿Cómo?, preguntarán. Difundiendo esta iniciativa (en el barrio, la facultad, el trabajo, entre los parientes), y ayudándonos a sumar más gente que quiera consumir productos del comercio justo.
De esta manera, entre todos, podemos hacer que los productos que consumimos mes a mes, se comercialicen de manera justa para el productor, para el comercializador y para el consumidor. ¿No es esta una manera solidaria de enfrentar los problemas que se nos presentan a diario?
El Almacén Andante
No hay comentarios:
Publicar un comentario